ELS
BENLLIURE I EL MARÍTIM
Benlliure és
un cognom poc comú en Espanya, de fet, segons l'Instituto Nacional de Estadística,
només 542 persones porten Benlliure com a primer o segon cognom, sent València
la província amb major nombre de portadors.
Bé, puix ens
atrevim a assegurar que un dels causants de la difusió del cognom Benlliure per
ací va ser el pescador Marià Benlliure Ruíz (c. 1792-1871), veí del barri
mariner del Canyamelar, iaio dels
artistes Josep (1855-1937) i Marià (1862-1947) Benlliure (hi va haver dos
germans, Blai i Joan Antoni que també varen ser pintors professionals però de
menor fama).
El pare dels
esmentats germans, Joan Antoni Benlliure
Tomàs no va seguir la tradició marinera familiar, dedicant-se a la pintura en
la seua faceta decorativa i escenogràfica.
Això va
influir notablement en la seua nombrosa prole, puix, com hem vist, els seus
quatre fills (llavors les dones es
dedicaven quasi exclusivament a
"sus labores") varen ser professionals de les arts plàstiques.
No anem a
esbossar ací cap perfil biogràfic digne d'este nom. Senzillament ressaltarem la
irresistible atracció que el Canyamelar i, per tant, el Marítim, va exercir
sobre Josep i Marià Benlliure Gil.
Josep Tomàs
d'Aquino Benlliure Gil va nàixer el 30 de setembre de 1855 en l'alqueria que
els Bertran de Lis tenien al Canyamelar, de la qual eren estatgers els seus
iaios paterns.
Va ser batejat
en la llavors ermita de la Mare de Déu del Rosari, passant en el barri part de la seua infantesa, fins que, per
raons professionals (el seu pare pintava, entre altres coses, decorats
teatrals) va passar la família a viure al carrer Baix, en el castís barri del
Carme. En esta casa va néixer Marià el 8 de setembre de 1862.
Convé recordar
que, molt prop del domicili familiar
dels Benlliure es trobava la Reial Acadèmia de Belles Arts de Sant Carles,
instal · lada des de 1850 en el desamortitzat convent del Carme.
Els dos
germans varen ser, inicialment, alumnes de Francesc Domingo Marquès, jove
professor de pintura a l'Acadèmia de Sant Carles, qui va exercir una forta
influència en la trajectòria dels seus precoços alumnes.
És en 1879
quan, al anar per primera vegada a Roma i descobreix a Miquel Angel, Marià canvia el pinzell pel cisell,
dedicant-se ja per a sempre a l'escultura.
El dedicar
estes línies a Josep i Marià Benlliure no és casual. És perquè enguany es
compleixen aniversaris relacionats amb els dos: el 150 aniversari del naiximent
de Marià i el 75 de la mort de Josep.
Josep sempre tingué
el Canyamelar i la seua platja en el record. No en va els seus primers
encàrrecs artístics els va rebre de la gent del seu poble, llavors municipi
independent. Ell mateix ho explica així:
“Muy pronto empecé a pintar retratos de las
familias conocidas de mis padres, aunque malos para ser pintados por un
chicuelo, me dieron a conocer en todo el pueblo.
Me propusieron pintar un retrato. Primer
encargo que tuve en mi pueblo. Fui llamado por un señor que había sido Capitán
del Puerto del Grao. Me dijo si sería capaz de pintar un retrato de su señora.
Al otro día me presenté con mi caja de colores en una mano y un bastidor en la
otra. Como el Capitán se las echaba de artista me acomodó el lienzo sobre una
silla a la luz que a él le pareció bien, y entonces salió la gran señora.
Aunque yo poco sabía de mundo o más bien no sabía nada, me pareció una mujer
muy vulgar. Luego supe que hacía el papel de ama de llaves… Salió vestida de
azul y bastante escotada con la cara llena de polvos de arroz.
Empecé a dibujar el retrato y el viejo marino
a darme lecciones. Pinté y repinté durante quince días hasta que me cansé de
tanta lección y dije que la brillantez de color la vería más tarde al barnizar
el retrato.
El gran marino me dijo que al retrato le
faltaba mucho pero así y todo quería recompensarme por mi trabajo, poniéndome
en la mano al despedirme ¡un duro! La señora retratada, que en aquel momento
bajaba de su cuarto, viéndome sin duda muy corrido y medio llorando dijo: “muy
poco es un duro, pobre chico. Este tío es un tacaño. Toma este realito para
repescar”. Con esto y una palmadita que me dio en la espalda salí a la calle
muy desconsolado del resultado de mi primer encargo.
Por este tiempo pintó mi padre la casa del
boticario del pueblo D. Bernardo Morales y en la botica pinté un medallón al
temple con muchos angelitos de tamaño natural. También me hizo pintar mi padre
unas figuritas en los paisajes que él pintó en el comedor. Además hice el
retrato de la madre del boticario y el de una hermana.
Me encargó un retrato un sastre a cambio de
un traje que, me lo hizo tan poco cumplido por ahorrar tela que, siendo yo muy
chiquitín y raquítico, el traje lo era mucho más. Parecía una funda de
paraguas.
Hice el retrato de un amigo carpintero a
cambio de algunos bastidores y una caja para los colores con su paleta.
Hice el retrato de un patrón de escampavía
que me pagó cinco duros y otro a una señora que me obsequió muchas veces con
almuerzos y comidas muy modestitas”.[1]
Josep va
triomfar socialment i econòmicament dedicant-se sobretot al gènere, pintura
molt del gust de la burgesia de l'època. Això li va desviar d'altres fites més
compensatòries en l'artístic però menys rendibles a curt termini. Així ho va
veure ell mateix i així ho fa en unes notes autobiogràfiques, en què apareix,
parlant del jove Sorolla, inevitablement la platja de València, "la seua"
platja: “terminada la pensión [de Sorolla en Roma] se puso a pintar cuadritos dentro de lo que se solía llamar género
vendible entre los artistas, género que pedían los negociantes de cuadros,
cuadritos de costumbres con más o menos carácter pero muy acabados y con muchos
detalles, cosa que su temperamento no le permitía hacer. No había más remedio
que seguir la corriente de la moda y esto se le resistía.
Como no podía conseguir los precios que le
pudiera permitir vivir con cierto desahogo determinó volver a Valencia. En ella
intentó aún hacer el pequeño cuadro con más carácter pero siguiendo la moda,
pero muy pronto comenzó a hacer estudios del natural, tal como los veía, sin
componer, espontáneos, llenos de luz y de verdad. Se fue a nuestras playas y
allí vio con más claridad y allí empezó a pintar todo el movimiento de los
pescadores, barcas de bou, velas hinchadas, reflejos de los objetos sobre la
arena mojada. Luz, mucha luz. Y todo pintado con una espontaneidad y un
movimiento tan verdadero y tan natural que asombraba.
Yo estuve en Valencia en aquella época
[últims anys del segle XIX] y le vi
después de sus primeros triunfos, de su primera medalla. Nos encontramos en la
playa y le di la enhorabuena. Sorolla me contestó: “lo que yo quisiera es ganar
lo que tu ganas” a lo que yo le contesté: “tu ganarás muchísimo más dinero”. Y
así ha sucedido”.[2]
Josep sempre
va professar un sincer amor al seu Canyamelar natal i, cal dir que va ser un
amor correspost, ja que en el ple de l'Ajuntament del Poble Nou de la Mar
(municipi que comprenia els barris del Canyamelar, Cabanyal i Cap de França
abans de la seua annexió a la ciutat de València en l’any 1897) celebrat el 16
de gener de 1894, es va resoldre "substituir el nom que actualment té el
carrer de l'Àngel, pel de José Benlliure".
L'artista, en
aquell temps en Roma, respon en carta datada el 31 de maig:
“Ilmo. Señor:
He recibido la atenta comunicación de V.S.
fecha 10 del corriente, que contiene copia del acta de la Sesión en que el
Ilmo. Ayuntamiento de esa tomó por unanimidad el acuerdo de dar a una calle del
pueblo para mí tan querido en que nací el nombre de una familia honrada que
llevo.
Nada tan lisonjero para mí y nada me impone
tan grandes deberes: he de trabajar infinitamente más de lo trabajado para que
la decisión indicada resulte fundada, para que no aparezca única y
exclusivamente como prueba de la bondad de Uds. todos.
Ruego a Ud. manifieste en sesión oportuna la
sincera expresión de mi gratitud y mi decidido propósito de no omitir nada de
cuanto pueda para corresponder al inmerecido honor con que me favorecen: le
ruego haga presente a ese Ilmo. Ayuntamiento que si como artista me siento
halagado por el deseo que expresa con su acuerdo de perpetuar mi nombre, como
hijo me siento orgulloso y como padre procuraré que, por ningún concepto,
desmerezca la decisión más cariñosa que motivada que se ha servido V.S.
comunicarme.
Dios guarde a V.S. muchos años.
“Ilmo. Señor:
He recibido la atenta comunicación de V.S.
fecha 10 del corriente, que contiene copia del acta de la Sesión en que el
Ilmo. Ayuntamiento de esa tomó por unanimidad el acuerdo de dar a una calle del
pueblo para mí tan querido en que nací el nombre de una familia honrada que
llevo.
Nada tan lisonjero para mí y nada me impone
tan grandes deberes: he de trabajar infinitamente más de lo trabajado para que
la decisión indicada resulte fundada, para que no aparezca única y
exclusivamente como prueba de la bondad de Uds. todos.
Ruego a Ud. manifieste en sesión oportuna la
sincera expresión de mi gratitud y mi decidido propósito de no omitir nada de
cuanto pueda para corresponder al inmerecido honor con que me favorecen: le
ruego haga presente a ese Ilmo. Ayuntamiento que si como artista me siento
halagado por el deseo que expresa con su acuerdo de perpetuar mi nombre, como
hijo me siento orgulloso y como padre procuraré que, por ningún concepto,
desmerezca la decisión más cariñosa que motivada que se ha servido V.S.
comunicarme.
Dios guarde a V.S. muchos años.
José Benlliure”[3]
Josep
Benlliure va voler comprar, infructuosament, l'alqueria dels Bertran de Lis en
el Canyamelar per tal de residir en ella, decidint, davant la impossibilitat,
comprar en 1896 l'immoble del carrer de Blanqueries (on hui està la Casa Museu
que porta seu nom), a la ciutat de València, instal · lant-se amb la seua
família en 1914 i morint en ella en 1937.
Marià, set
anys més jove que Josep, però molt més famós internacionalment, tot i no haver
nascut en esta - per als Benlliure - tan entranyable alqueria vora mar, tingué
tal inclinació al poble dels seus avantpassats que, en 1913 va adquirir un
terreny en el Cementeri Municipal del Cabanyal per l'etern descans dels seus
pares morts el 1906 i 1907 respectivament.
Ell, autor de
tants famosos monuments funeraris per a celebritats nacionals (Martínez Campos;
Sagasta, Dato, Julián Gayarre, Joselito "el Gallo", etc.), va voler
per als seus progenitors i per a ell mateix un modest sepulcre al costat de la
mar dels seus amors.
L'elecció del lloc del definitiu descans del conegut escultor no va ser casual,
sinó algo profundament meditat per l'artista, modelant els busts units dels
seus pares i creant, molts anys després (1940) un alt relleu de bronze amb el
seu rostre exclusivament per ser col · locat en la triple sepultura, en el qual
va escriure de pròpia mà en la fresca argila: “Impresión de mi cabeza, para la tumba de mis queridos padres. Mariano
Benlliure, setenta y ocho años de edad. Madrid, 1940”.
El Marítim i
els Benlliure: una autèntica història d'amor.
Josep
Aledón i Esbrí