Jose Aledón Esbrí |
Jose Aledón Esbrí
ha publicado: "¿Es la guerra parte de la condición humana? No hablamos
de episodios espontáneos de agresividad conducentes a actos violentos. Hablamos de GUERRA, es decir, de la neutralización o destrucción CUIDADOSAMENTE PLANIFICADA de los recursos humanos y materiales de otra sociedad. En la historia de la Humanidad ha habido breves períodos de paz “universal” (?) incrustados en milenios trufados de guerras. ¿Es esa cruenta cronicidad evitable? Si los expertos determinan que las guerras son evitables, la sociedad CIVIL Y SUS REPRESENTANTES deberemos trabajar para que ello sea posible, como ocurre con la lucha contra las epidemias. Si, por el contrario, se llega a la conclusión de que la guerra es inevitable, ¿no sería oportuno reflexionar sobre cómo gestionar esa inevitabilidad para que CAUSE EL MENOR DAÑO POSIBLE A LA SOCIEDAD CIVIL (y, sobre todo, a su parte más débil: niños y ancianos) que la padece? El asunto es lo suficientemente serio y terrible como para no bromear sobre él. No quisiera pues que estas palabras sonaran a cínica humorada sobre un hecho tan horrible y devastador. Tampoco son fruto de una enajenación mental transitoria de quien esto escribe. Son, más bien, una invitación a pensar y a actuar para todos y cada uno de nosotros en el tan cacareado siglo XXI. Hay en el planeta zonas deshabitadas (todas pertenecientes a alguna nación) como para instalar en ellas lo que podríamos llamar GUERRODROMOS, si se me permite la expresión, en los que neutralizar o destruir los efectivos MILITARES humanos y materiales de cualquier nación o grupo de naciones que quieran hacer buenas las palabras del Sr. Von Clausewitz («La guerra es la continuación de la política por otros medios»). Naturalmente, esos efectivos militares humanos deberían construirse exclusivamente con un criterio de VOLUNTARIEDAD y PROFESIONALIDAD. Nada de levas forzosas. Deberían ser lugares sólo para GUERREROS. Su extensión debería ser la suficiente, pongamos 100.000 km2, como para desplegar todos los ingenios ideados para destruir, inutilizar y matar que esa parte científica y técnica de las sociedades desarrolladas diseña y crea silenciosamente. También podrían edificarse núcleos “urbanos” para poner a prueba las capacidades técnicas y humanas de cada contendiente, eso sí, ocupados exclusivamente por personal militar. De esa manera, el “complejo industrial-militar” internacional podría seguir funcionando viento en popa pero librando de sus horribles efectos a esas vastas multitudes que siempre y, ahora mismo, los sufren injustamente. Tales “guerrodromos” podrían estar ubicados en distintos continentes de manera que los gastos logísticos de los contendientes fueran sostenibles y, por supuesto, tutelados y arbitrados por un organismo internacional con la suficiente autoridad y solvencia, no permitiendo en el “terreno de juego” más que a los profesionales. La nación o grupo de naciones vencido deberá acatar el resultado de esa “continuación de la política por otros medios”. Eso mismo sucede si recurrimos a los tribunales, en este caso incruentos, para dirimir diferencias. Incluso en su vertiente cruenta, en la Edad Media, se recurría a los llamados “duelos judiciales” en liza o “campo cerrado”, en los que, personalmente O POR DELEGACIÓN, se apelaba a la justicia CON LAS ARMAS EN LA MANO, quedando físicamente indemnes las familias de los contendientes. No hay nada nuevo bajo el sol. Bien mirado, el asunto no es tan descabellado como pueda parecer, pues, a diferencia de otras épocas, hoy trabajamos en un lugar, nos divertimos en otro, nos atienden si enfermamos o morimos en otro distinto y nos exhiben, después de muertos, en otro totalmente ajeno a nuestro anterior entorno habitual. Se puede pues, guerrear en otro aislado y distante. Si resulta – lo que está por ver – que la guerra está grabada a fuego en el ADN social, mejor será que la sociedad civil la aísle en esos “campos cerrados” a propósito y aplique con creatividad el lema zapatista (de Emiliano Zapata, no confundir) “La guerra para quien la trabaja”. ¡Salud y libertad!" |
La Veu del Canyamelar, es un medio de información digital que está a disposición de toda aquella persona que quiera vivir en un barrio agradable y próspero.
sábado, 14 de febrero de 2015
OPINIÓN: José Aledón Esbri
domingo, 8 de febrero de 2015
NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES: Podemos...
Nueve claves sobre la investigación fiscal a Monedero
Si Juan Carlos Monedero ha presentado una declaración complementaria, está admitiendo que antes hizo algo mal.
Ya que Montoro se está animando a filtrar datos de las investigaciones fiscales, ¿por qué no sigue con la lista Falciani?
Ignacio Escolar
06/02/2015
Si Juan Carlos Monedero ha presentado una declaración complementaria, está admitiendo que antes hizo algo mal.
Ya que Montoro se está animando a filtrar datos de las investigaciones fiscales, ¿por qué no sigue con la lista Falciani?
Ignacio Escolar
06/02/2015
1. Si Juan Carlos Monedero ha presentado una declaración complementaria
y ha pagado 200.000 euros al fisco, implícitamente está admitiendo que
antes hizo algo mal: que no cumplió correctamente con sus obligaciones
con Hacienda. Es una obviedad, pero conviene subrayarla para quienes
solo ven en esta historia una persecución del Gobierno y de cierta
prensa, que también la hay.
2. No, lo criticable en
este caso no es que Monedero gane mucho o poco dinero o que facturase a
través de una sociedad limitada sin trabajadores: eso es perfectamente
legal. Si el Gobierno cree que no debería serlo, tiene en su mano
cambiar la ley. El incumplimiento de Monedero con el fisco –que él mismo
admite al regularizar su situación– fue cobrar ese trabajo a través de
una empresa que acababa de crear. Según su propia versión, esos 425.000
euros son el pago por dos años de trabajo. De ser así, tenía que haber
facturado como autónomo, o crear la empresa antes de empezar a
trabajar.
3. Es plausible que este error sea consecuencia de un
mal asesoramiento fiscal; no sería al primero que le pasa. Pero esta
explicación no sirve como disculpa absoluta. Pagar correctamente tus
impuestos siempre es una responsabilidad personal.
4.
Monedero no puede actuar como los mismos políticos que, con razón,
critica, y enrocarse en el y tú más o en ese “Montoro, no te tengo
miedo”; una frase que pronunció apenas unas horas después de poner en
orden su situación fiscal. Tiene que aportar toda la documentación y los
contratos de este asunto porque 425.000 euros –medio millón de dólares
al cambio– no es una cifra menor ni el origen del dinero está libre de
sombras. Era necesario explicarlo con papeles antes de que presentase
una declaración complementaria y ahora lo es mucho más.
5. Con todo, es exagerado comparar este asunto con el caso Bárcenas, como ha hecho el portavoz del PSOE Antonio Hernando–.
También es lamentable que la misma vicepresidenta Sáenz de Santamaría
que se escuda en que ella solo habla del Gobierno cuando los periodistas
preguntan por la caja B de su partido sí tenga en esta ocasión ganas de opinar.
Además mintiendo: “si todo el mundo hiciera como Monedero” habría más
dinero para hospitales porque el cofundador de Podemos, aunque sea
tarde, ha pagado ya.
6. También es impresentable y
verdaderamente preocupante la manera en la que funciona el Ministerio de
Hacienda desde que Cristóbal Montoro está ahí. Cuando eldiario.es publicó en exclusiva, hace más de un año, la existencia de las tarjetas black, la única respuesta oficial que recibimos fue la amenaza del fiscal de Madrid, preocupado por la “intimidad” de Blesa;
no, en esa ocasión los inspectores de Hacienda no fueron animados a
investigar. Tampoco parece que hayan tenido especial prisa con la duquesa de Alba, esa grande de España con cuenta en Suiza; casualmente, el informe fiscal sobre su fraude llegó al juzgado poquito después de que se hubiese muerto ya.
7. Es la misma Hacienda que, en el caso de la infanta Cristina, defiende que las facturas falsas sirven para desgravar. O que culpa al arquitecto que cobró en negro la obra de la sede del PP en Génova, en vez de al partido. O que se carga a una inspectora a la que se le ocurre meter mano a una gran empresa. O que purga a aquellos que no son afines al señor ministro. Es esa misma Hacienda que, casualmente, con Monedero actúa a toda velocidad.
8. Los datos fiscales de todos los españoles son secretos. Es
discutible si debería ser así, o si tendrían que ser completamente
públicos. Lo que no es tolerable es que la 'transparencia' sea solo para
los rivales políticos del Gobierno. Es gravísimo. Eso solo pasa con
gobiernos autoritarios o democracias de muy baja calidad.
9. Ya que el ministro Montoro está tan animado a difundir información sobre inspecciones fiscales, ¿por qué no sigue con la lista Falciani?
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