sábado, 18 de mayo de 2013

CULTURA Y MOVIMIENTOS SOCIALES

Un piano al servicio de un barrio

Valencia 17 MAY 2013 - 21:22 CET

 el país

Hace 15 años, dos profesores de la Facultad de Bellas Artes de Valencia Maribel Doménech y Emilio Martínez decidieron echar mano de sus contactos y experiencia para combatir la piqueta que amenaza a su barrio. El arte y el talento serían sus armas. Con un grupo de amigos y vecinos concibieron un festival que pretendía ser útil y “visibilizar” la problemática generada por el plan municipal de prolongar una avenida hasta el mar a través de El Cabanyal.

“El arte es un buen instrumento para dar a conocer un conflicto y también para concienciar a la gente, que era nuestro segundo objetivo, mediante las intervenciones en las mismas casas y calles de los vecinos”, recuerda Emilio. Arrancó así Cabanyal Portes Obertes y al poco se cumplió un tercer objetivo sobrevenido. “Nos dimos cuenta de que la gente que participaba se sentía valorada, orgullosa de su propio trabajo y de su barrio”, añade el profesor de Escultura. Ya pasaron los tiempos que había que explicar a algunos ancianos en qué consiste una performance para que abran sus casas. Ahora participan activamente y “se sienten recompensados”, apunta.

Los vecinos valoran que el pasado fin de semana, su barrio, tan degradado y falto de inversiones, convocase a unas 3.000 personas gracias a las 92 propuestas artísticas, entre ellas un mercado biocultural, de Cabanyal Portes Obertes, cuya presente edición concluye mañana. El festival, a su vez, ha marcado el camino a otras iniciativas que también están obteniendo una buena acogida pública y vecinal, como el reciente Cabanyal Íntim.

Daría Fo, José Luis Sampedro, Oriol Bohigas, Belén Gopegui, Carmen Calvo, Antoni Muntadas, Concha Jerez, Andreu Alfaro o Juan Cruz son algunos de los centenares de artistas, escritores y arquitectos que se han solidarizado con Cabanyal Portes Obertes o han participado gratuitamente en el festival en sus 15 años.

El pianista y compositor de Vinaròs Carlos Santos, que actuó en la tarde de este viernes en un solar del barrio adecentado por Salvem El Cabanyal, ha sido uno de los últimos en mostrar su “simpatía por la causa”, según dijo él mismo, antes de desafiar la lluvia intermitente y de tocar su “música” ante varios centenares de personas.

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CULTURA - HISTORIA -

Hoy, 18 de mayo, es el Día Internacional de los Museos.
Bien, quiero felicitar al Ayuntamiento de Valencia así como a la Conselleria de Cultura de la Generalitat Valenciana por haber dotado a Valencia del museo MÁS BRILLANTE, no ya de Europa, sino del mundo.

A pesar de su brillantez, no lo busquen en las guías turísticas y culturales de la ciudad del Turia, ni pregunten a nadie por él. No lo hallarán porque brilla POR SU AUSENCIA.
Me estoy refiriendo al Museo Marítimo de Valencia.

Nuestra ciudad, potencia comercial, POR MARÍTIMA, en el siglo XV, donde se codificó el más acabado tratado de Derecho Marítimo que dio la Edad Media, usado durante siglos: El Llibre del Consolat de Mar.

La ciudad que edificó esa maravilla del gótico civil de España, que es la Lonja de la Seda, declarada patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, cuya razón de ser fue precisamente esa actividad comercial MARÍTIMA.
 La ciudad que edificó la Atarazanas del Grao, astilleros medievales en cuyas obras participó el mestre pedrapiquer Pere Compte (coautor igualmente de la Lonja), donde se construyeron las naves que hicieron posible toda esa riqueza de la que hoy aún presumimos.

Esa ciudad, que – dicho sea con todo respeto – le ha erigido un Museo a la tonadillera Concha Piquer (calle Ruaya ,23), ha sido incapaz de crear un Museo Marítimo que muestre la gran cultura marinera gracias a la cual Valencia fue lo que fue en la Baja Edad Media y es lo que es EN LA ACTUALIDAD.

Si decide visitar las Atarazanas (no Reales, pues siempre han sido- y siguen siendo - patrimonio exclusivo de la ciudad de Valencia) del Grao, felizmente restauradas pero de escasa o nula utilidad, piense en ese museo QUE BRILLA POR SU AUSENCIA: EL MUSEO MARÍTIMO DE VALENCIA.
José Aledón Esbri