sábado, 13 de abril de 2013

George Soros, entre la especulación y la filantropía

Blog: la lamentable
 
M. Eugenia Ibáñez
Periodista
Europa está aislada. La crisis del euro, que está destruyendo el bienestar europeo, ha dividido a los estados en acreedores y deudores; mandan los primeros y los segundos son los subordinados”. Un diagnóstico rápido, conciso y poco novedoso sobre nuestros males a cargo de George Soros, recibido con aplausos finales por una variopinta audiencia en un abarrotado teatro del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB), donde se mezclaron las altas finanzas con ciudadanos de a pie, quizá intrigados por la controvertida personalidad del conferenciante. Poco más de una hora duró su intervención, al cabo de la cual el auditorio pudo muy bien llegar a la conclusión de que no hay en la superficie de la tierra un conflicto, una crisis económica, una causa minoritaria o mayoritaria, un país con problemas, reales o ficticios,  en los que Soros no haya intervenido o no esté dispuesto a intervenir. Pero, ¿quién es George Soros?
Es el doctor Jekyll y Mister Hyde en versión siglo XXI. Para unos es el Robin Hood moderno que roba elegantemente en países ricos para invertir en los más desfavorecidos, y para otros un especulador sin escrúpulos. Puede pasar por filántropo generoso o por ogro de las finanzas que no duda en vincularse, dicen, al imperio bancario Rothschild para controlar todos los movimientos de capital que se llevan a cabo sobre la faz de la tierra. Puede colaborar en el desmantelamiento de regimenes políticos o dedicar 500 millones de dólares al año en la defensa de los derechos humanos.  Poner en jaque a la libra esterlina en una maniobra de la Bolsa y al mismo tiempo empecinarse en la mejora del sistema capitalista.
George Soros, en el CCCB. Foto: Pilar Aymerich
George Soros, en el CCCB. Foto: Pilar Aymerich
La biografía de este hombre ha oscilado siempre de un extremo al otro, sin término medio, casi con bipolaridad en la toma de decisiones. Nació en Budapest en 1930 en una familia judía que, previsora ante los vientos que corrían por Europa, cambió en 1936 su apellido Schawartz por Soros, palíndromo que gustó al patriarca Tivadar, padre de George, un amante del esperanto, lengua cuya gran utilidad descubrió el joven vástago en 1946, cuando con la excusa de acudir a un congreso juvenil en Suiza pudo huir de la invasión soviética e instalarse en Inglaterra, donde estudió, trabajó y descubrió al filósofo Karl Popper y su teoría sobre las sociedades abiertas. Ya en Estados Unidos creó un fondo de inversiones que opera desde las Antillas Holandesas, un  paraíso fiscal para fondo de inversiones privadas, y que limitó a los negocios familiares forzado por las regulaciones financieras.
Soros dio a entender en Barcelona que su afán por ganar dinero tenía en el horizonte la concreción de la idea de Popper de las sociedades abiertas,  colectivos imperfectos, pero siempre abiertos a la mejora, a las reformas. Quizá con ese loable fin, en 1992, forzó la devaluación de la libra esterlina al vender en los mercados 10.000 millones de esta divisa. El banco de Inglaterra llegó a gastar 50.000 millones para evitar, sin éxito, el desplome del valor de su moneda. No se sabe si con los mil millones de dólares de beneficios que obtuvo en la operación sirvieron para cubrir el déficit que le había dejado la financiación de los famosos conciertos para la paz de Joan Baez, o fueron a cuenta de su mediación económica a partir de 1989 en los países del Este para acabar con la influencia soviética, o para sus campañas para legalizar la marihuana, o para invertir dos millones de libras en el Manchester United, o los reservó para destinar, en el 2004, la friolera de 26 millones de dólares para evitar la elección de George Bush, millones que, por cierto, tiró por la borda porque Bush resultó elegido presidente de EEUU.
Lo que si es cierto es que su actividad como filántropo comenzó en 1979, cuando financió el acceso de estudiantes negros de Sudáfrica a la universidad y que en 1984 recuperó a Kark Popper y fundó la Open Society Foundations, las sociedades abiertas que trabajan en más de 70 países y que, desde ya, tendrá también su sede en Barcelona con el objetivo de mediatizar en la política europea, organismo que dirigirá  Jordi Vaquer, que ayer presentó a Soros en el CCCB. ¿Qué hará esta fundación? Velará “por el espíritu de solidaridad que se está destruyendo en Europa”, dijo Soros, porque el magnate, el filántropo, no está de acuerdo con lo que ocurre en el viejo continente. Quiere ayudar a hacer otra Europa convencido de que “por este camino nos vamos al abismo”.
Llegado este punto, nadie de este país va  a quitarle la razón a George Soros, crítico desde hace años con el futuro del euro, como lo ha sido con la ortodoxia del Bundesbank, el banco central europeo. Y no parece que Soros y Alemania simpaticen desde que el magnate hizo pública en 1989 su oposición a la reunificación alemana. Cabe suponer que con propósito didáctico, Soros pasó por Frankfurt hace días para explicar que las cosas no funcionan, que la señora Merkel y compañía lo están haciendo mal, que la creación de la Unión Europea se fundamentó en la solidaridad, que ha derivado en la hostilidad actual, que las políticas aplicadas en Grecia han sido un desastre desde el inicio y que, en definitiva, la crisis actual ha estado autoinfringida. Pero el propio Soros reconoció en Barcelona que Frankfurt o no le ha entendido o no ha querido hacerlo.
Pero los alemanes harían bien en no echar en saco roto las regañinas de este  hombre, que en Barcelona mostró aspecto apacible, descorbatado, con traje azul sin ínfulas de marcar tendencia en la moda, de tono monótono, con una media sonrisa en algunos episodios de su monólogo, pero que, debe ser terrible en sus enfados. Es cierto que en el 2011 publicó una carta abierta en el Financial Times dirigida a líderes políticos de la zona euro pidiéndoles que respondieran a la crisis de la moneda única con más Europa, pero también lo es que en otra ocasión declaró que, igual que jugó contra la libra esterlina, lo haría contra el euro en el caso de que tuviera que invertir para ganar dinero. De momento parece entretenido con el trabajo de sus fundaciones dedicadas a buscar la  transparencia en la relación de las empresas extractivas de recursos naturales con algunos gobiernos de África y Asia. Soros aseguró que pronto serán visibles los efectos en Guinea, en Liberia, en Mongolia, Botsuana y Nigeria. Y habrá que cree

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